Neurociencia aplicada

Nuevas tendencias de tecnología para los niños
Los nativos digitales tienen una habilidad innata dentro del lenguaje y el entorno digital, y no conocen una era sin conexión constante al mundo.

Por Pau Mejido

¿Por qué aprendemos como aprendemos? ¿Qué fórmulas nuevas podemos utilizar para aprender? ¿Cuáles herramientas nos pueden ayudar de mejor manera?

A partir de la aparición de la neurociencia y la psicología cognitiva, hemos podido entender un poco mejor cómo aprendemos. Y con ello, la manera de enseñar se ha ido modificando. 

A la par, el acceso a la tecnología en el aula, ha funcionado como un disruptor muy poderoso y provocó el surgimiento de la pedagogía digital, que también ha influenciado enormemente a la educación.

Los niños y adolescentes que están hoy en las aulas pertenecen a la “generación Z”, que son los nacidos entre 1995 y 2015. A ellos se les conoce como nativos digitales.

Según Marc Prensky, quien acuñó este término en 2001, es una generación para los que las herramientas tecnológicas son algo común en sus vidas, y dependen de ellas para todo tipo de cuestiones: desde jugar un videojuego con un amigo hasta mandar un mensaje o una fotografía.

Los nativos digitales tienen una habilidad innata dentro del lenguaje y el entorno digital.

Los nativos digitales tienen una habilidad innata dentro del lenguaje y el entorno digital, y no conocen una era sin conexión constante al mundo. Los nativos digitales construyen sus conceptos rodeados de objetos digitales.

Veamos un ejemplo.

Un niño va a un acuario de visita con sus papás, y nota que las medusas son luminosas. Entonces quiere saber por qué brillan y pregunta a sus padres. 

Si ellos no pueden darle la respuesta, o le dan una que no lo satisfaga por completo, seguramente lo buscará en internet y verá en videos o infografías. No se va a quedar con la duda. 

Si un niño está acostumbrado a aprender así, ¿qué nos hace pensar que en el colegio lo va a hacer de manera diferente? Es imposible pensar que vamos a lograr captar su atención en el aula sin utilizar la tecnología.

A los nativos digitales la tecnología se les hace lógica. Y por ello debemos replantearnos más que la manera de enseñar: debemos entender cómo estos niños o alumnos aprenden, para poder así lograr un aprendizaje significativo. 

Por ello, es muy importante que recordemos de manera breve cómo es la forma en que aprendemos.

Mira el video con el contenido de este artículo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=FpeL4bzY038

Las neuronas

Como todos sabemos, el bloque de construcción fundamental de nuestro cerebro es la célula llamada neurona.

Si lo explicamos de manera muy simple, las neuronas tienen “patas” que se llaman dendritas. También tienen un brazo llamado “axón”.

Durante el aprendizaje, las neuronas animan a sus axones a estirarse y tocar las dendritas de otra neurona. Así nace una nueva sinapsis. Cada vez que una persona aprende algo nuevo, se establecen nuevas conexiones entre sus neuronas que almacenan sus recuerdos en la memoria a largo plazo.

Así vamos formando el conocimiento y reforzamos los enlaces neuronales. 

Pero, ¿dónde se aloja ese conocimiento?

Para saberlo, debemos hablar de la memoria.

Los tipos de memoria

Nuestro conocimiento se aloja en la memoria. Los seres humanos tenemos dos tipos de memoria: Memoria de corto plazo, y Memoria de largo plazo.

La memoria de corto plazo se encuentra en la parte frontal del cerebro. Por lo general sólo puede mantener cuatro piezas de información al mismo tiempo. Esas ideas pueden estar ahí nada más que un cierto tiempo, porque después se olvidan.

Para que una idea se fije en la mente es necesario que sea alojada en la memoria a largo plazo. En ella, los enlaces neuronales permanecen fijos y puede traer esas ideas a la mente meses, o incluso años después. 

Pero, ¿dónde tenemos alojada la memoria de largo plazo? 

En una parte del cerebro llamada neocorteza. Para que la información pueda alojarse ahí, hay dos formas fundamentales:

  • A través del Sistema de Aprendizaje Declarativo;
  • A través del Sistema Procedimental.


Podríamos hablar largamente sobre ambos sistemas de aprendizaje, pero en esta ocasión será suficiente con saber que el aprendizaje declarativo es aquel que realizamos de manera consciente con la ayuda del hipocampo. 

Para que la información recibida se fije de manera permanente en la neocorteza, por ejemplo al aprender un idioma, la información tiene que repetirse muchas veces. Es decir, una persona debe practicar de manera consciente esa información el suficiente número de veces para que la información se consolide en la memoria de largo plazo.

La segunda manera de aprender es a través del Sistema Procedimental. 

Este sistema utiliza los ganglios basales para colocar conjuntos de enlaces en la memoria a largo plazo de la neocorteza. Pero está construido para manejar cosas que necesitamos saber tan bien que ni siquiera tenemos que pensar en ellas.

Por ejemplo: no tienes que pensar en lo que estás haciendo mientras te lavas los dientes. Lo haces de manera automática. Este sistema también nos ayuda a reconocer patrones.

Enseñar, tanto al sistema declarativo como al procedimental de una persona, permite que aprenda el mismo concepto de dos maneras muy diferentes. Con las dos la información se fija de manera permanente en la memoria.

Como vemos, la neurociencia nos permite conocer cómo es que el cerebro humano aprende. Y sabiendo eso, podemos modificar la manera de enseñar. Hoy sabemos que los niños que están en el aula han logrado desarrollar una nueva configuración cerebral, que trae como consecuencia una mayor plasticidad neuronal que les ha permitido desarrollar un pensamiento más radial, pero también conectivo. Eso les diferencia de generaciones anteriores que teníamos un tipo de pensamiento estructural.

La neurociencia nos permite conocer cómo es que el cerebro humano aprende. Y sabiendo eso, podemos modificar la manera de enseñar.

Es por todo lo anterior que se ha comprobado que la pedagogía digital es una excelente herramienta para fomentar el aprendizaje.

La pedagogía digital

Hasta no mucho tiempo atrás, las tecnologías digitales en la Educación solo se utilizaban en las aulas de Informática. Sin embargo, las nuevas tecnologías han ido gradualmente ganando protagonismo.

Sabemos que el cerebro de los niños y adolescentes está constantemente escaneando el ambiente en busca de estímulos. Un entorno que contenga estímulos predecibles o repetidos, como es el caso del aula tradicional, provoca un descenso en el interés del cerebro por el mundo externo. En este caso, lo más probable es que el cerebro se vuelca a sí mismo en búsqueda de nuevas sensaciones.

De esta forma, si la manera en que se presenta el contenido no produce curiosidad en los niños, o si consideran que lo que les enseñan es demasiado difícil de aprender, es posible que un área del cerebro llamada corteza insular comience a generarles sentimientos de dolor. Su foco de atención se dirigirá hacia algo más placentero —como pensar en lo que hará por la tarde saliendo de la escuela—, y dejarán de prestar atención a lo que deberían estar aprendiendo.

Un entorno que contenga estímulos predecibles o repetidos, como es el caso del aula tradicional, provoca un descenso en el interés del cerebro por el mundo externo.

Recordemos que estos niños son nativos digitales, y que debemos ser capaces de aliarnos con la tecnología para potenciar su aprendizaje. 

Hay muchas estrategias tecnológicas. En esta ocasión, analizaremos la gamificación.

La gamificación

Estudios realizados en Harvard han demostrado que la actividad cerebral de un niño cuando aprende de manera tradicional es muy parecida a la actividad que el cerebro produce al dormir. 

Sin embargo, cuando los niños están jugando su actividad mental es extremadamente alta. Por eso mismo, la Gamificación puede llegar a ser un aliado muy poderoso.  

Todos hemos experimentado un sentimiento de felicidad cuando logramos dominar algo o resolver un problema. Así sucede porque al hacerlo segregamos dopamina, que es una sustancia que nos hace sentir bien. 

Cada vez que la dopamina aparece en una sinapsis —que es el espacio donde las neuronas se comunican entre sí—, esa dopamina ayuda a construir y fortalecer esas conexiones neuronales. Por eso la dopamina es tan importante en el aprendizaje. 

La dopamina es segregada por nuestro cerebro cuando obtenemos una recompensa inesperada.

Pero, ¿que dispara la dopamina en una sinapsis? 

La dopamina es segregada por nuestro cerebro cuando obtenemos una recompensa inesperada. Y esas recompensas pueden ser internas o externas, por ejemplo, al satisfacer tu curiosidad.

¿Ves por qué la gamificación puede resultar tan valiosa para el aprendizaje?

Imaginemos a un niño trabajando con juegos que involucran sumar y multiplicar. Cada vez que resuelve un problema correctamente, obtiene puntos o sube de nivel. Eso hace que el cerebro segregue dopamina que provocará dos cosas:

Lo hará sentir feliz, y hará que esas conexiones neuronales que permiten entender el problema de matemáticas se fijen en la memoria a largo plazo.

Un estudio realizado en la Universidad de Pennsylvania por Beth Rogowsky demostró que los niños en edad preescolar que jugaron 10 minutos de juegos de computadora resolviendo problemas de matemáticas durante 11 semanas superaron a los estudiantes que no jugaron. Sucedió así porque la retroalimentación oportuna, el intercalado de habilidades y muchas repeticiones fueron clave. Además, ¡los juegos eran divertidos!

Despertar la curiosidad de los alumnos resulta fundamental. Cuando un estudiante tiene curiosidad, su sistema de dopamina se activa tan pronto como se satisface la curiosidad y ese estudiante aprende mejor. 

¿Recuerdas además que comentamos que podemos aprender de dos maneras diferentes? A través del sistema declarativo y del sistema procedimental. La dopamina permite que ambas vías trabajen juntas. Y eso provoca mayores y mejores conexiones neuronales.

Conclusión

Como padres de familia, es completamente normal sentirnos abrumados y preocupados por el uso que nuestros hijos hacen de la tecnología.

Pero vale usar nuestra propia experiencia para revertir ese temor. Recordemos, por ejemplo, cuando éramos niños. La calle no era un entorno completamente seguro, pero eso no hizo que nuestros padres nos mantuvieran siempre alejados de ella. En su lugar se dedicaron a explicarnos lo que debíamos o no debíamos hacer: voltea antes de cruzar, atiende al semáforo, no hables con extraños.

De esa misma forma, a nosotros nos corresponde entender el uso de la tecnología como algo normal en la vida de nuestros hijos. Algo que será, lo queramos o no, una parte significativa de sus vidas. Y por ello, debemos proporcionarles la soltura suficiente para que tanto ellos como nosotros nos sintamos seguros. Debemos saber que, tal como en la calle, la seguridad total no existe.

Alejar a nuestros hijos de la tecnología no resolverá nada. Apoyarlos para que obtengan de ella el mejor provecho y sepan usarla de una manera responsable, les permitirá ser adultos con mayores herramientas y capacidades.

Finalmente, ¡sólo así crearemos un mejor futuro para nuestros hijos y para el mundo!

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