Por Noel Trainor y Noemí Valencia
Queridos lectores:
¡Le saludamos a todas y todos!
Recientemente visitamos las oficinas de uno de nuestros principales aliados, con quienes el próximo año cumplimos 20 años de alianza: Apple. Durante esta visita reflexionamos sobre todo lo que ha sido la historia de esta alianza, y nuestra perspectiva sobre la implementación de herramientas tecnológicas para mejorar la experiencia de aprendizaje.
Hoy queremos compartir esa historia con ustedes.
Habíamos llegado a Morelia y buscábamos una escuela privada para nuestra hija Nicole. No había ninguna con las características que requeríamos. La economía no iba del todo bien. Era el año 95 y México estaba en plena crisis.
Corrían las semanas, y seguíamos sin encontrar una solución convincente.
Es difícil recordar el momento exacto, porque muchas veces los proyectos comienzan a germinar en nuestras mentes de manera imprevista. Pero fue entonces cuando empezamos a pensar:
¿Y qué pasaría si armamos nuestra propia escuela, con las características que nosotros creemos que debe tener la educación de la actualidad?
Ese fue nuestro inicio.
Ese mismo año creamos nuestro propio colegio. Uno que, ante todo, ponía al alumno al centro. Sabíamos que durante 200 años la educación había seguido los mismos patrones en todo el mundo, y teníamos la intención de superarlos. Queríamos convertirnos en reales disruptores y redefinir de verdad la manera en que aprendían los pequeños. En síntesis: pensar fuera de la caja. Teníamos el conocimiento y la experiencia, y también muchas preguntas:
¿Qué habilidades necesitan nuestros hijos?
¿Cómo había que educar a niños y niñas que ya eran nativos digitales?
¿Cómo ayudarles a desarrollarse en un futuro tan dinámico y cambiante?
Nuestra propuesta debía promover y fortalecer habilidades básicas: autogestión, pensamiento crítico, creatividad, tolerancia a la frustración… En suma: dejar que niños y niñas fueran los protagonistas de su propio aprendizaje y construyeran por sí mismos las herramientas que los convertirían en profesionales exitosos y seres humanos plenos.
Sobre todo: que desarrollaran las habilidades necesarias para ser felices a lo largo de su vida. Tal como queríamos que hiciera nuestra hija.
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Al poco tiempo comprobamos que nuestro proyecto había resultado exitoso. Varmond se había convertido en una de las más importantes instituciones del país en los niveles preescolar y primaria.
Llegó el 2004, y nuestro colegio aún no tenía nivel de secundaria. Los alumnos que egresaban de primaria debían partir a otras instituciones. Había llegado el momento de crecer. Fue así que comenzamos a pensar en la idea de incorporar el nivel secundaria.
Al observar lo que sucedía a nuestro alrededor, advertimos que estábamos viviendo una verdadera revolución tecnológica: la primera PlayStation salía al mercado, miles de personas en el mundo comenzaban a descubrir la informática doméstica, y ante la incredulidad de muchos, Bill Gates anunciaba que “en los próximos años Internet marcará el rumbo del mundo…”
Mientras tanto, nadie en México estaba implementando esos avances en el aprendizaje más allá de alguna clase de computación.
Entendimos, tal como una década antes, que otra vez tendríamos que ir contra las reglas, enseñar cosas que no se estaban enseñando, adentrarnos en territorios desconocidos… México necesitaba una institución que alentara el alfabetismo digital de manera responsable.
En pocas palabras: dar un salto de las TIC a las TAC.
Llegó el 2004, y nuestro colegio aún no tenía nivel de secundaria. Los alumnos que egresaban de primaria debían partir a otras instituciones. Había llegado el momento de crecer. Fue así que comenzamos a pensar en la idea de incorporar el nivel secundaria.
Y para lograrlo, necesitábamos una herramienta para detonar los diferenciadores con que contábamos: transdisciplinariedad, aprendizaje basado en proyectos, contenidos y ecosistemas de aprendizaje innovadores…
Esa herramienta sería la tecnología.
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Durante el año 2004 probamos implementar un modelo 1:1 con la IBook G4 una de las primeras computadoras portátiles de Apple, para nuestros alumnos de secundaria. La apuesta no era segura. Apple no tenía presencia en México, ni en el resto de América Latina. Ni siquiera había forma de conseguir con rapidez los insumos tecnológicos que necesitábamos… Así que decidimos ir a California. Apenas llegamos, en un centro comercial encontramos un anuncio publicitario que interpretamos casi como una señal: una pila de libros, y una computadora —de las mismas que pensábamos adquirir— flotando por encima de la pila. Sobre ella (todo un acierto comunicacional), una sola palabra:
Paperless.
Se trataba de una ambiciosa campaña de Apple destinada a reducir o eliminar el uso de papel en empresas o entidades, de manera de contrarrestar el impacto ambiental y promover prácticas más sostenibles. En la década de 2000, Apple ya había comenzado a ofrecer manuales y guías digitales en lugar de versiones impresas con sus productos, y con el tiempo continuó desarrollando su enfoque en la sostenibilidad y la reducción de su huella ambiental en diversos aspectos de su negocio.
Fue nuestro momento de iluminación:
Nos dimos cuenta de la importancia que tendría la tecnología en la educación. Teníamos que dar a nuestros alumnos la oportunidad de ser pioneros en la implementación de tecnología en su proceso de aprendizaje.
¡Habíamos encontrado la herramienta clave para potenciar nuestros diferenciadores!
Mientras tanto, Apple había orquestado una nueva campaña mundial para promover la incorporación de la G4 en universidades. La campaña se llamaba de la misma forma: Paperless. Apple había lanzado su primer iPod, y para apuntalar su uso organizó un esquema de apoyo que, con el tiempo, se volvería fundamental: cualquier institución que pudiera demostrar que era un college student recibiría como regalo ese modelo de iPod. De inmediato vimos la oportunidad:
Ser la primera escuela del mundo en incorporar esa misma tecnología para el grado de secundaria…
El crecimiento de Varmond nos acarreó nuevos desafíos. Teníamos la tecnología, pero faltaba una parte esencial que era dotarlas de una identidad propia. Nos decidimos a enfrentar uno de nuestros objetivos más ambiciosos: digitalizar y crear el contenido y la metodología que viviría en ellas. Con la ayuda de expertos académicos, comenzamos a producir nuestro propio contenido digital.
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En ese momento recibimos la primera sorpresa. Un día llegaron a nuestra oficina varios directores, quienes nos dijeron: “tenemos un problema”. Habían planeado que el contenido cubriera dos meses de clases para sus alumnos. Sin embargo, estábamos recién en el día 30 y ya habían terminado de abordar todos nuestros contenidos. Nuestra primera reacción fue de incredulidad. ¿El contenido de dos meses utilizado en la mitad del tiempo? No habíamos previsto que nuestra propuesta tuviera un éxito tan fulminante…
Y sin embargo, fue lo que ocurrió.
¡Teníamos que reaccionar rápido!
Lo primero era saber exactamente en dónde nos encontrábamos. Había que evaluar; no hay forma de conocer los avances y los desafíos pendientes sin métricas. Y fue entonces que descubrimos que todos los alumnos y alumnas que habían utilizado nuestras plataformas tecnológicas de aprendizaje, absolutamente todos y todas… ¡Habían obtenido desde 90 hacia arriba!
Ese era el camino. Nuestros alumnos estaban aprendiendo mucho más rápido y con más profundidad.
Descubrimos que todos los alumnos y alumnas que habían utilizado nuestras plataformas tecnológicas de aprendizaje, absolutamente todos y todas… ¡Habían obtenido desde 90 hacia arriba!
En los meses siguientes el curso natural de las cosas nos ayudó a apuntalar nuestro proyecto. Apple inició oficialmente su presencia en México y los invitamos a conocer lo que hacíamos. La sorpresa de sus ejecutivos fue total. Nadie en Apple sabía que existía en México un 1:1 que operaba de manera totalmente exitosa. Nuestros visitantes nos dijeron: “Cupertino tiene que saber de esto…” Apple envió oficialmente a uno de sus representantes John Hickey, entonces senior developer, quien encabezaba el desarrollo de dispositivos para la educación. Una vez que visitó nuestras instalaciones y conoció de cerca lo que hacíamos se confesó, literalmente, enamorado del programa.
Fue el inicio de una amistad que más tarde arrojaría muchos más frutos.
Tiempo después, con nuestro proyecto consolidado, el departamento de educación de Apple nos invitó a Singapur para un Education Leadership Summit. Era marzo del año 2011, y se anunciaba la presencia de figuras legendarias como Janet Wozniak, Simon Sinek y John Couch. La intención declarada de los organizadores del evento era “encontrar formas innovadoras para ayudar a los maestros a enseñar y a los estudiantes a aprender”… Algo muy similar a lo que proyectamos nosotros. Durante el evento, John expuso a la concurrencia su visión sobre la educación del futuro y planteó la necesidad de incorporar las últimas herramientas tecnológicas a los procesos de aprendizaje en todo el mundo. El verdadero propósito de la educación, decía, debe ser ayudar a los niños a descubrir su potencial, y empoderarlos para ir más allá de sus limitaciones percibidas…
Descubrimos con satisfacción que sus ideas y las nuestras estaban completamente alineadas. Nos dimos cuenta, incluso, de que muchas de sus propias ideas eran herramientas que nosotros ya estábamos piloteando… Inmediatamente pensamos:
“Tenemos que acercarnos a él, y contarle sobre todo lo que hacemos”.
Teníamos conocidos en Apple, y a través de esos contactos logramos conseguir una primera audiencia de 15 minutos con el gran John Couch. Después de esos 15 minutos de compartir ideas, John aceptó trasladarse a Morelia y observar directamente lo que hacíamos. En los próximos meses la relación con John terminaría por afianzarse. John estuvo de visita en Morelia a mediados del año 2015, y ante un auditorio de cuatrocientas personas, con la presencia de las más altas autoridades de la educación en Michoacán, nos hizo entrega formal del reconocimiento Apple Distinguished School.
Sobre todo:
Apple y Knotion reafirmaron su proyecto de transformar la educación en el mundo.
Desde entonces, lo demás ha sido un camino ascendente basado en alianzas estratégicas, visiones comunes y el compromiso formal de mejorar el aprendizaje de nuestras nuevas generaciones. Hoy, con casi 30 años de experiencia como padres, y directores, seguimos reinventándonos día a día para responder a la misma pregunta:
¿Qué es lo mejor para los niños y niñas de hoy?
La relación entre los niños y la tecnología es hoy una realidad. Por eso, nuestra razón principal para usar la tecnología como herramienta clave es su capacidad de actualizar los contenidos en tiempo real, personalizar las rutas de aprendizaje para catalizar el potencial de cada alumno, y fortalecer en cada uno de ellos y ellas su forma única de aprender. Todo lo anterior se basa en la protección de su privacidad y de la ética digital, aspectos esenciales para enseñarles a hacer un uso responsable de la tecnología y utilizarla a su favor para construir un mundo en el que podamos vivir mejor.
Esa es la historia que recordamos en este último viaje. Nuestra reciente visita a Cupertino significa una de tantas escalas de una historia que continúa con Apple. Una que nos traerá nuevos capítulos que comentaremos muy pronto.
¡Muchas gracias por leernos!