Campos magnéticos: ¿los árboles nos hablan?

Por Knotion

¿Sabes qué son los campos magnéticos de la tierra?

Piensa en lo que sientes cuando llega la primavera.

Miras alrededor: los árboles reverdecen, los jardines de tu ciudad comienzan a llenarse de flores, el olor de la vegetación te trae viejos recuerdos. El aire se hace más tibio y mucho más agradable de respirar, y una banda sonora de trinos y cantos de aves otorga el trasfondo perfecto.

Piensa.

¿Cómo fue que aparecieron de pronto todos esos miles de pájaros que escuchas a diario? ¿Dónde estaban esos cantos, trinos y sonidos durante los meses que no los oíste?

La respuesta es simple.

Más o menos la mitad de las aves que conocemos migran cada año de acuerdo al cambio de estaciones. En la práctica, millones de estas aves viajan cada año hacia regiones más cálidas o frescas. Sus recorridos cubren, muchas veces, tanto o más que lo que recorre un Boeing 777-200LR, el avión que realiza el vuelo comercial más largo conocido en la actualidad.

La distancia que recorren las aves es sorprendente. Literalmente sobrevuelan océanos, cordilleras, ciudades, selvas y bosques, muchas veces a gran altura. El cisne cantor, por ejemplo, puede volar a más de 8 km de altura desde Islandia hasta las islas Auletianas, cerca de Alaska. A esa distancia cuesta observar el detalle de lo que hay en la tierra.

Millones de estas aves viajan cada año hacia regiones más cálidas o frescas. Sus recorridos cubren, muchas veces, tanto o más que lo que recorre un Boeing 777-200LR.

Ahora piensa:

¿Cómo es que las aves se ubican y saben perfectamente hacia dónde se deben dirigir?

La respuesta:

El magnetismo de la tierra.

La magia de lo invisible

La orientación basada en el campo magnético terrestre, que puedes ver en cualquier brújula común —incluida cualquiera que descargues en tu celular—  cumple varias funciones decisivas.

Sirve para la orientación de las aves migratorias.

También puede protegernos de la radiación solar.

Finalmente, ayuda a que algunos mamíferos duerman mejor.

Esta última afirmación no es una broma: un estudio de cinco profesionales de la Universidad de Duisburg-Essen señaló en el 2009 que “el ganado en reposo y en pastoreo, el corzo y el ciervo rojo tienden a alinear sus ejes corporales en la dirección geomagnética Norte-Sur”.

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Si bien las causas aún resultan un misterio, poco a poco comienzan a vislumbrarse algunas respuestas.

Veremos aquí una de ellas.

El proyecto

Una de las organizaciones interesadas en el tema es Heartmath Institute. Desde hace dos décadas mantiene un Sistema de Monitoreo de Coherencia Global que mide continuamente las frecuencias resonantes en los campos magnéticos de la Tierra.

La orientación basada en el campo magnético terrestre, que puedes ver en cualquier brújula común —incluida cualquiera que descargues en tu celular—  cumple varias funciones decisivas.

El objetivo:

Detectar niveles de coherencia en humanos de acuerdo con patrones científicos derivados de los campos magnéticos.

La tesis es simple.

Según recientes investigaciones realizadas por el Instituto, los campos magnéticos de la Tierra transportan información biológicamente relevante que conecta todos los sistemas vivos.

Esta información ayuda a sincronizar, energizar y respaldar la interconexión de todos los sistemas vivos, incluyendo a los humanos. En los últimos años los científicos de Heartmath se han interesado en el papel que juegan los árboles en este descubrimiento.

Campos magnéticos: palabra de árbol

Para revelar esta antigua hipótesis bajo la lente de la ciencia moderna, el Instituto arrancó el Proyecto de Investigación del Árbol de Interconectividad que implica la recopilación y el análisis de datos de árboles de todo el mundo.

Para ello han instalado e instalarán sensores que arrojarán datos que, a la larga, eventualmente confirmarán y desglosarán científicamente la influencia de los campos magnéticos terrestres en la conciencia humana. 

Según recientes investigaciones realizadas por el Instituto, los campos magnéticos de la Tierra transportan información biológicamente relevante que conecta todos los sistemas vivos.

Ese es el primer paso. El siguiente, aún en etapa de preparación, es constatar la forma en que la conciencia de los seres humanos impacta de distintas maneras en su entorno, más allá de las modificaciones físicas que hemos provocado a nuestro planeta.

¡Los árboles nos enseñarán sobre el mundo!

Lo que se espera

El proyecto aún es reciente y los posibles resultados deben esperar. Sin embargo, la lectura de las señales eléctricas en los árboles y la tierra circundante ya es una realidad, y los datos ya están siendo procesados y se pueden observar en una computadora común y corriente.

El hecho de que los árboles pueden aportar nueva información relevante sobre el mundo es un tema de larga data. Desde la primera mitad del siglo XX Harald Saxton Burr, profesor de la Universidad de Yale, estableció que los árboles pueden generar un voltaje de hasta 200 milivoltios.

De esta información es posible derivar que los árboles pudieran ser generadores de biocampos que eventualmente interactúan con otros biocampos a escala humana o incluso planetaria. La investigación, según indica Heartmath, “podría ayudarnos a probar que la Naturaleza es una ‘sopa’ interactiva de campos de energía”.

En conclusión:

Los campos magnéticos de la tierra (lo hemos visto en los ejemplos de algunas aves y mamíferos) inciden directamente en nuestro cuerpo y nuestra mente. Y los árboles podrían contener la clave para descifrar de qué forma lo hace.

Para el corto plazo, en tanto, se prevé la investigación opuesta: descifrar la manera en que la conciencia humana incide en los campos magnéticos de la tierra. La ciencia ya comienza a dar sus primeros pasos en ese camino, y los resultados podrían ser sorprendentes. 

Desde la primera mitad del siglo XX Harald Saxton Burr estableció que los árboles pueden generar un voltaje de hasta 200 milivoltios.

Más allá de admirarlos cada primavera —dicho en palabras derivadas del análisis científico que en este momento lidera Heartmath—, nuestros árboles

¡podrían llegar a hablarnos!

Descifrar lo que tratan de decirnos podría ser otro de los grandes descubrimientos científicos de la era moderna.

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